Zapata

Publicado el 6 de diciembre de 2024, 21:29

Por Yolanda Sánchez Ogás *. Este año se cumplen 105 años del asesinato de Emiliano Zapata en San Juan Chinameca, ordenado por el presidente Venustiano y perpetrado por el coronel Jesús María Guajardo, bajo las órdenes del general Pablo González el 10 de abril de 1919.

Emiliano Zapata nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco.  Desde niño fue testigo de la lucha de su pueblo por recuperar las tierras de las que había sido despojado. En esa época su pueblo había sufrido el despojo de sus tierras originales y sólo conservaban 57 hectáreas, donde habitaban poco más de 300 personas.

Anenecuilco era un rancho que contaba con un trapiche, pero en 1899, sus terrenos originales, 35 000 hectáreas fueron adquiridos por el hacendado Vicente Alonso. Este pretendía regar sus tierras e industrializar la siembra de caña y arroz. En 1906, San Juan Chinameca era la hacienda más grande de Morelos. Se construyó un gran edificio y se introdujo la más moderna maquinaria de la época, para producir miel y azúcar.

Emiliano Zapata, al cumplir 30 años, en 1909, fue electo presidente del Consejo de Anenecuilco, con la consigna de defender la tierra y seguir la lucha para recuperar los terrenos que habían perdido. Los ancianos le entregaron los títulos de propiedad que guardaban desde la colonia, por varias generaciones y se comprometió a defender sus derechos.

En 1910 Francisco I. Madero, en el Plan de San Luis, convocó a los mexicanos a lanzarse a un movimiento armado contra el gobierno de Porfirio Díaz. En el Artículo Tercero del Plan, prometía a los pueblos la recuperación de sus tierras, de las que habían sido despojados por los hacendados. Zapata se unió a la lucha contra el porfirismo el 11 de marzo de 1911.

Tras la derrota de Porfirio Díaz se nombró presidente interino a Francisco León de la Barra, que nada hizo para cumplir con las demandas de los campesinos. Igual que Madero, pensaba que la salida de Díaz cumplía con el cambio político que la revolución demandaba. Al llegar a la presidencia, Madero traicionó a los revolucionarios. No cumplió con el Artículo Tercero del Plan de San Luis y ordenó desarmar a los ejércitos revolucionarios que le dieron el triunfo, dejando activo al ejército federal.

En el Sur, Zapata no aceptó entregar las armas y en el primer encuentro que tuvo con Madero en junio de 1911, Zapata le exigió que se procediera de inmediato a la restitución de las tierras. A pesar de la negativa de su hermano Eufemio, quien estuvo a punto de disparar a Madero, Zapata aceptó su promesa de que, en Morelos, recuperarían sus tierras. Sin embargo, el presidente interino Francisco León de la Barra envió al ejército, que causó graves daños e incendió pueblos.

Esto hizo que Emiliano Zapata rompiera con Madero en noviembre de 1911. El Plan Libertador de los Hijos de Morelos, el Plan de Ayala, fue constituido para sostener las promesas que hizo la revolución y fue el inicio de la larga lucha de Zapata hasta la traición que lo llevó a la muerte.

Artículo Primero del Plan de Ayala. “Teniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por don Francisco I. Madero fue a derramar su sangre para reconquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del poder, violando los sagrados principios que juró defender bajo el lema de “sufragio efectivo no reelección”, ultrajando así la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo; teniendo en consideración  que ese hombre al que nos referimos es don Francisco I. Madero, el mismo que inició la precipitada revolución, el cual impuso por norma su voluntad e influencia al gobierno provisional del expresidente de la república, licenciado don Francisco L. de la Barra, por haberlo aclamado el  pueblo su libertador, causando con este hecho reiterados derramamientos de sangre y multiplicadas desgracias a la patria de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras que satisfacer sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes preexistentes, emanadas del inmortal código del 57… (Emiliano Zapata. Manifiestos. Ediciones Antorcha. México 1986. p. 15).

Zapata declaraba que el objetivo de la revolución era regresar al pueblo sus tierras y mejorar su situación económica. Consideraba que sólo cambiar a funcionarios de gobierno no resolvía los problemas sociales. El compromiso de Zapata fue continuar luchando hasta que los postulados agrarios se cumplieran. Así, inició el movimiento más persistente de la revolución mexicana.

En su lucha por la tierra, Zapata se enfrentó a varios presidentes: Porfirio Díaz, Francisco León de la Barra, Adolfo De la Huerta y Venustiano Carranza. Grandes regiones de Morelos, Guerrero, Puebla y del Estado de México fueron tomadas por los revolucionarios del sur, quienes iniciaron la revisión de los títulos de propiedad de los hacendados y confiscaron ingenios.

El Plan de Ayala fue el regreso de los revolucionarios del sur a una larga lucha. Hubo intentos de algunos funcionarios para reconciliar a Zapata con Carranza, pero el Caudillo exigía la renuncia de Carranza y que fueran los jefes revolucionarios quienes eligieran a un nuevo presidente, que aceptara el Plan de Ayala. Carranza se negó a esa propuesta y decidió que la única forma de acabar con el Ejército Revolucionario del Sur era asesinando a su jefe, a Zapata.

El ejército Libertador del Sur nunca reconoció el gobierno de Venustiano Carranza y Zapata fue asesinado en una emboscada dirigida por Jesús María Guajardo, coronel del ejército carrancista, bajo la jefatura de Pablo González, con la aprobación del presidente Venustiano Carranza.

El último manifiesto de Zapata fue emitido el 17 de marzo de 1919:

“Usted gobierna saliéndose de los límites fijados al ejecutivo por la Constitución, usted no necesita de presupuestos aprobados por las cámaras, usted establece y deroga impuestos y aranceles, usted usa de facultades discrecionales en Guerra, en Hacienda y en Gobernación, usted da consignas, impone gobernadores y diputados, se niega a informar a las Cámaras, protege al pretorianismo y ha instaurado en el país, desde el comienzo de la era constitucional, hasta la fecha una mezcla híbrida de gobierno militar y de gobierno civil, que de civil no tiene más que el nombre. La soldadesca llamada constitucionalista se ha convertido en el azote de las poblaciones y de las campiñas. Usted, con sus desaciertos y tortuosidades, con sus pasos en falso y sus deslealtades en la diplomacia, es la causa de que México se vea privado de todo apoyo por parte de las potencias triunfadoras, y si alguna complicación internacional sobreviene, usted será el único culpable.

Con la aprobación de Carranza y la orden de Pablo González, Jesús María Guajardo traicionó a Zapata, después de ofrecerle armas, municiones y su adhesión al ejército sureño.

El 10 de abril de 1919, Zapata llegó a la hacienda de San Juan Chinameca montado en su caballo As de Oros, regalo de Guajardo. Allí lo esperaba el traidor y la muerte. 

*La autora es maestra, historiadora empírica autora de varios libros y cronista del Valle de Mexicali.

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